¿Quién no ha visto alguna vez en su vida un tatuaje? Son marcas en la piel realizadas con pequeños hincones con unas agujas muy finas cargadas de tinta. Y no, no son una invención del mundo moderno, son un redescubrimiento. Culturas ancestrales como la maya y la azteca realizaban ya estas modificaciones corporales, con el afán de demostrar el rango social de determinadas personas, marcando en la misma piel el poder que alguien poseía. Pero ya en el mundo moderno, los tatuajes comenzaron a cobrar múltiples significados, realizándose cada uno el diseño que deseaba, significando así mismo lo que uno quisiera. En un primer momento, los tatuajes estuvieron relegados a los reclusos, quienes los realizaban ya sea como signo de rebeldía o como firma de un pacto entre pandillas. Es por ello que desde entonces los tatuajes están asociados a un mundo de violencia y crimen, a pesar de que ya no sea ese su único espacio.
Y es que hoy en día existe todo un nuevo mundo de amantes de los tatuajes, un grupo de verdaderos apasionados por este arte tan corporal. El dolor parecen ya no sentirlo, quizás debido a haber marcado ya tantas veces su piel, con motivos y colores cada vez más diversos. Este es el grupo que nos interesa estudiar, aquellos hombres y mujeres apasionados de los tatuajes, apasionados de las marcas en la piel, de expresar sus emociones mediante diseños dibujados en el cuerpo y que, estamos casi seguros de ello, no buscarán borrar, puesto que como dijimos antes, se trata de verdaderos apasionados, no de simples seguidores de la moda. Y es que, a diferencia de aquellas personas que se realizan un tatuaje por que la moda así lo aclama, los apasionados de este arte están interesados en realizarse tantos como el cuerpo permita, encuentran al parecer alguna satisfacción en los hincones propinados por la aguja, que parece enviciarlos y no dejarlos ir nunca más.
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